Cameintram y su nuevo timonel: el que levantó la mano, ganó

Por Gabriel Rodríguez / Opinión

 

Todo está listo para que el próximo 20 de marzo zarpe un nuevo Consejo Nacional Directivo en la Cámara Mexicana de la Industria del Transporte Marítimo (Cameintram).

¿El ungido? Nada más y nada menos es José Manuel Urreta, un caballero veracruzano con aire de gentleman, cónsul honorario de Bélgica en Veracruz y empresario de salvamento marítimo y otros artilugios… pero con una pequeñísima cuestión: no es armador.

Eso sí, parece que en Cameintram los estatutos son más un adorno que una regla.

Porque su actual presidente, Raúl Téllez Villagra, exdirectivo de la compañía de remolcadores Boluda Corporación Marítima, tampoco es armador, pero igual se quedó dos periodos en el timón, nadando de a muertito.

Lo cierto es que la Cámara arrastra desde hace tiempo una crisis de liderazgo, mientras muy pocas empresas de su escasa membresía de 15 navieras no ven un rumbo claro en el horizonte. Por ello, las últimas elecciones de presidente se han reducido a un: “¿quién se anima?”—y el primero que levante la mano, gana.

Así pasó con Urreta, quien quizá sea más conocido por haber comandado el proyecto restaurantero La Mera Madre en Boca del Río que por sus hazañas marítimas.

Pero no se preocupen, que al final quien sigue moviendo los hilos es el sempiterno Armando Rodríguez, quien maneja el barco a control remoto.

Y mientras la Cámara se sube a este peculiar barco, surge la pregunta: ¿qué pasó con Juan Pablo Vega Arriaga, de Naviera Integral? Él sí es armador, con todas las credenciales, pero misteriosamente fue dejado fuera de la jugada.

Dicen las sirenas de altamar, sin saber si es cierto, que el veto vino directo desde la Coordinación de Puertos, que lleva Manuel Fernando Gutiérrez. Que, porque la llamada “superioridad” sigue recordando su cercanía con los gobiernos azules.

Además, hay un pequeño detalle legal: según el artículo 46 de los estatutos de la Cameintram, el presidente debe tener al menos cuatro años de antigüedad como afiliado y haber fungido como consejero al menos dos años.

Un requisito que ni Villagra ni Urreta pudieron poner en la mesa. Pero bueno, parece que en esta Cámara el ejercicio estatutario es opcional.

Al final, quien pierde es la Cámara, que lleva más de una década tratando de reflotar, pero entre juegos de poder y decisiones más políticas que estratégicas y de visión corporativa, parece que sigue encallada.

Y, por si fuera poco, la Concamin, de Alejandro Malagón, se asegura, también metió su cucharada en este culebrón marítimo.

Así que, saque sus propias conclusiones.

Por ahora, lo único seguro es que, si Cameintram sigue eligiendo capitanes sin barco, no será sorpresa que termine a la deriva…

 

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