Las comunidades marginadas del país demandan sistemas de pagos, acceso a crédito y otros servicios financieros para detonar su economía local: Biometría Aplicada.

La inclusión financiera se ha convertido en los últimos años en uno de los objetivos comunes tanto de gobierno como de instituciones y empresas de todo el mundo, ya que se ha demostrado que el acceso a productos financieros puede ser un detonante para combatir la pobreza y que comunidades completas puedan impulsar su economía, al generar redes de intercambio comercial a precios competitivos a través de medios de pagos electrónicos, y al obtener créditos que les permitan incrementar su capacidad productiva.

Hoy en día, muchas comunidades cuentan con productos de alto valor, pero están a merced de intermediarios que tienen los recursos para negociar con grandes compradores, pero que no les pagan precios justos, y de usureros que les prestan dinero bajo condiciones totalmente desfavorables, por lo que terminan perdiendo los pocos bienes con los que cuentan.

Lamentablemente, las finanzas populares siguen sin ser un mercado atractivo para las grandes instituciones bancarias debido a que estas transacciones, con montos tradicionalmente bajos, generan gastos operativos muy grandes y dejan un margen de ganancia pequeño. Sin embargo, estos inconvenientes podrían solventarse si se aprovechara la penetración que tiene la telefonía móvil en la mayor parte del país y se brindara a los usuarios la posibilidad de transaccionar con sus teléfonos inteligentes de manera segura, con la validación de su identidad a través de sistemas biométricos. Inclusive, los apoyos sociales podrían distribuirse de manera más ágil y segura, y los beneficiarios podrían transaccionar a través de una cartera digital, lo que reduciría el uso de efectivo.

“El uso de dispositivos electrónicos reduciría drásticamente los gastos operativos y aquellos relacionados a requerimientos de seguridad de las instituciones financieras, ya que no es necesaria la instalación de cajeros automáticos y/o sucursales bancarias; se generarían ahorros en materia de traslado de efectivo, ya que se enseñaría a las personas a transaccionar de manera digital, y las operaciones estarían validadas con las biometrías de los usuarios, previendo así fraudes y casos de robo de identidad”, señala Adolfo Loera, CEO de Biometría Aplicada.

 

Impacto de los servicios financieros

De acuerdo con un reporte del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), el uso de efectivo tiene un costo social de 1.5% del Producto Interno Bruto (PIB) de 33 países estudiados por MasterCard.

Además, se estima que 50% de los pagos con efectivo esconden transacciones ilícitas o informales, “por lo que sustituir el uso de efectivo por pagos digitales tiene impactos positivos en las personas, empresas y gobiernos”, recalcan las instituciones.

Según un monitoreo de Moody’s Analytics en 56 países, que representaban el 93% del PIB mundial, el uso de pagos electrónicos incrementó el consumo privado en promedio 0.7% en un periodo de cuatro años, es decir, un 0.4% de PIB adicional, lo cual equivalió a la creación de aproximadamente 2 millones de empleos. Asimismo, el PIB mundial se incrementó alrededor de 1.8% real en dicho periodo, de los cuales 0.17 puntos porcentuales son atribuibles al aumento en el uso de tarjetas.

El impacto en el PIB fue mayor en países en desarrollo con un 0.8%, en tanto que en los desarrollados fue de 0.3%, esto debido en parte a que en los primeros países existía una menor penetración de estos medios de pago, por lo que el impacto fue mayor.

“El uso de productos y servicios financieros permite llevar un mejor registro de las transacciones, crear un historial crediticio e incrementar el ahorro privado al tener donde acumularlo para después invertirlo. Asimismo, la digitalización del dinero lleva a la formalización de la economía, que a su vez permitiría una mayor captación de impuestos. Con ello, los gobiernos tendrían más recursos para invertir en programas sociales que impulsen el desarrollo económico de las comunidades y se crearían más mercados atractivos para las empresas privadas, con lo que se terminaría de cerrar el círculo virtuoso”, recalcó Loera.

“Con menos pobreza, tendríamos un mercado de consumo mayor, que a su vez que generaría recursos que permitirían financiar proyectos productivos y de innovación, todo en aras de seguir fortaleciendo la economía de las familias y del país”, agregó.

 

¿Cómo llevar servicios financieros a zonas marginadas?

De acuerdo con la última Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), publicada en 2021, en México existen 91.7 millones de personas usuarias de esta tecnología (el 78.3 % de la población de seis años o más), lo que representó un incremento de 2.8 puntos porcentuales respecto a 2020, un crecimiento significativo considerado que el aumento anual en 2019 fue de apenas 0.4 puntos porcentuales.

“La pandemia de covid-19 nos dejó claras dos cosas: las nuevas generaciones están demandando más y más opciones de interacción a través de medios digitales y esta tendencia no disminuirá aun cuando terminen las restricciones del confinamiento; y las generaciones que no son nativas digitales necesitan alternativas para adoptar esquemas híbridos entre los virtual y lo presencial, ya que justo el distanciamiento social los obligó a salir de su zona de confort y terminaron descubriendo nuevas tecnologías que los acercan a más y mejores productos y servicios”, señaló Adolfo Loera.

El experto en identidades digitales reiteró que estas nuevas necesidades han potencializado la adquisición de teléfonos inteligentes, lo que abre un abanico de posibilidades para poder integrar a personas no bancarizadas al sistema financiero y se puedan ofrecer, a través de dispositivos móviles y de manera segura, productos tan sencillos como una cuenta de ahorro o un método de pago digital, hasta otros más complejos como créditos, seguros e inversiones.

“Para poder ofrecer estos servicios de manera segura se debe, por un lado, validar que la persona que está detrás del dispositivo es quien dice ser, para evitar casos de robo de identidad o la generación de identidades falsas, y esto se logra a través de una verificación biométrica con instituciones como el Instituto Nacional Electoral, con la credencial para votar, o la Secretaría de Relaciones Exteriores, con el pasaporte. Además, es necesario que las instituciones financieras desarrollen aplicaciones que integren varios elementos de autenticación (biométricos, contraseñas alfanuméricas, tokens digitales, NIPs, entre otros), de manera que se pueda tener la mayor certeza de que las transacciones están siendo realizadas por el titular de la cuenta y no por alguien que robó una contraseña”, indicó.

Las soluciones de Biometría Aplicada permiten hacer enrolamientos asistidos, como los que se llevan a cabo en las afores, donde un ejecutivo es el que maniobra el dispositivo y ayuda al usuario a generar su expediente, pero también puede implementarse como una aplicación que amigablemente ayuda al usuario a subir sus documentos oficiales al sistema; capture sus biométricos de huella y rostro, y finalmente concrete el proceso para generar un vínculo con un expediente o cuenta financiera. Asimismo, llevan a cabo autenticaciones y verificaciones confiables que permiten tener la certeza sobre quién está realizando las transacciones.

“La tecnología ha evolucionado tanto que podemos encontrar desde opciones en sitio (on-premise), desarrolladas para empresas con un alto número de transacciones o que por normatividad deban generar una infraestructura compleja, lo cual evidentemente incrementa la inversión al demandar servidores propios, pero también ya existen soluciones de menor costo, como Identitum Cloud, la cual trabaja con servicios desde la nube y puede garantizar el resguardo seguro de la información, ya que establece candados estrictos para prevenir la filtración o cualquier tipo de vulnerabilidad en la base de datos”, explicó el CEO de Biometría Aplicada.

Por último, el especialista recalcó que para que México logre una reducción significativa de la pobreza, es necesario entender que ésta se sustenta en el aislamiento cultural y en el aislamiento geográfico. “El aislamiento cultural es característico de la pobreza urbana y consiste en las barreras sociales tangibles e intangibles que impiden que una persona se sienta cómoda al entrar a una sucursal bancaria, por ejemplo, y el aislamiento geográfico se presenta más en la pobreza rural, en donde tienes familias que viven muy separadas unas de otras y resulta muy caro instalar infraestructura bancaria que dé un servicio ágil y expedito a todas. Afortunadamente, hoy la tecnología ya puede ayudar a reducir estas brechas”, concluyó.

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