El salario mínimo con el aumento alcanzado por la Conasami será a partir del próximo año de 9 mil 582 pesos al mes
Con el apoyo de los empresarios, una de las políticas sociales de la 4T ha sido la mejoría sostenida del poder de compra del salario mínimo.
Hablamos de unos 6 millones de mexicanos con ese nivel de percepciones, y que de alguna manera podría tener un efecto faro en otros 4 millones de trabajadores, a decir de los expertos.
Ante el incremento al salario mínimo autorizado para 2026 y la puesta en marcha de la reducción gradual de la jornada laboral, que todo indica se irá hasta 2027, las empresas mexicanas comienzan a analizar el impacto operativo y financiero de las reformas anunciadas por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
La mandataria ha reiterado que el aumento salarial del 13% en la zona general —que elevará el salario mínimo a 315.04 pesos diarios, equivalentes a 9,582.47 pesos mensuales— y del 5% en la frontera norte —donde ascenderá a 440.87 pesos diarios— no generará desequilibrios inflacionarios ni presiones sobre el empleo.
Empero, en la zona norte del país la fuerte subida en los minisalarios comienza a impactar en la creación de empleos, en especial en el sector maquilador.
Sheinbaum sostuvo que “las empresas garantizarán una mayor productividad, mayores ganancias y no habrá despidos ni automatización de las plazas laborales”.
Para el secretario del Trabajo y Previsión Social, Marath Baruch Bolaños, el incremento busca que el salario alcance para 2.5 canastas básicas y se mantenga por encima de la inflación. Esto pasaría a finales del sexenio, lo que anticipa que la subida de salarios en los siguientes años cuando menos rondará el 10%.
A la par, el Gobierno de México presentó el proyecto de reducción de la jornada laboral, que comenzará a aplicarse en 2026 y avanzará de forma escalonada: 46 horas semanales en 2027, 44 en 2028, 42 en 2029 y 40 en 2030.
Según la propia administración federal, la reforma pretende mejorar la salud, la calidad de vida y la seguridad laboral de los trabajadores.
En medio de esta transformación, firmas especializadas en estrategia empresarial advierten que el sector productivo debe prepararse.
Jesús Moscoso, CEO de ESSAD, afirma que los empresarios no pueden esperar a que las obligaciones entren en vigor para actuar.
“El aumento al salario mínimo no debe interpretarse como una carga inevitable, sino como una oportunidad estructural para revisar procesos, eliminar ineficiencias y modernizar la operación”, señaló. Considera que, si las empresas ajustan su modelo de productividad, el incremento salarial podría traducirse en mejoras de calidad y competitividad.
Su socio y cofundador, Fernando Rojas, subraya que la inminente reducción de la jornada laboral representa un desafío mayor que el costo salarial. “Reducir horas de trabajo sin reducir sueldos obliga a pensar diferente. No se trata de hacer más con menos, sino de hacer mejor en menos tiempo”, explicó.
Añadió que las compañías deberán reconfigurar turnos, capacitar al personal en habilidades clave y utilizar tecnología que complemente, y no sustituya, el trabajo humano. “La transición será exitosa si cada hora trabajada aporta más valor que antes”, afirmó.
Ambos directivos coinciden en que uno de los puntos críticos será la recalibración de costos y la revisión de cadenas de suministro, especialmente entre proveedores que operan con márgenes reducidos o en condiciones de informalidad.
Rojas advirtió que “las empresas que no ajusten su planeación financiera enfrentarán presiones en precios, tiempos de entrega y calidad del servicio”. No obstante, también destacó que la adaptación puede convertirse en una ventaja reputacional importante en mercados que valoran prácticas laborales responsables.
El Gobierno federal ha insistido en que estos cambios no afectarán la estabilidad macroeconómica. Sin embargo, diversas cámaras empresariales anticipan que será necesario un periodo de transición para absorber los ajustes mientras se mantienen niveles de competitividad.
Moscoso señala que es momento para que las compañías desarrollen modelos laborales más sostenibles. “La historia demuestra que los cambios laborales no son un obstáculo, sino un parteaguas. Las empresas que los entienden como una oportunidad, no como una obligación, serán las que lideren el mercado en los próximos años”, concluyó.
En un entorno donde el salario mínimo y las condiciones laborales recuperan centralidad en la agenda pública, el sector privado se prepara para un proceso de transformación que podría redefinir por completo el modelo laboral mexicano. Las reformas, a decir de los expertos, no solo modificarán el costo del trabajo, sino la forma de organizar y valorar la productividad en México.
La ruta del dinero
En momentos en que la economía se desacelera rápidamente por una caída consistente de la inversión, se anunció ayer en Palacio Nacional la creación del Consejo de Promoción de Inversiones vinculadas al Plan México que, por cierto, no ha dado ningún resultado para empujar la demanda agregada. Se menciona que en el flamante consejo estarán empresarios de la talla de Carlos Slim Helú, Bernardo Gómez, Alejandro Baillères, José Antonio Fernández Garza y Pablo Chico Pardo. Ojalá la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y la plana mayor de la 4T escuchen a esa pléyade de empresarios, porque la inversión privada no se ve por ningún lado, y la incertidumbre en torno a la revisión del TMEC pesará mucho en la primera parte de 2026 y la economía podría caer más.
Por Rogelio Varela / Síguenos en Facebook, X y LinkedIn
