Una versión que corre entre los pasillos del sector, es que la presunta o verdadera cancelación de las concesiones minera y portuaria a la compañía estadounidense Calica, filial de Vulcan Materials Company (VMC), está más relacionada con el Tren Maya que basada en la defensa de la soberanía, abanderada, por el de Palacio Nacional.

Se asegura que desde el año pasado, los negociadores del hoy flamante subsecretario del Transporte, Rogelio Jiménez Pons, habían abierto negociaciones con los de VMC, para desembarcar en la terminal de Calica, el balasto y materiales para el Tren Maya, pero los gringos simplemente se negaron, fieles a su estilo de hacer lo que quieren en la región.

Así que al entrar Javier May, como nuevo mandamás del proyecto Tren Maya, le planteó la negativa de los norteamericanos a López Obrador, quien no dudo en pronunciarse por anularles la concesión a los de VMC, que reaccionaron de inmediato con una controversia en el marco del TLC, con la exigencia de una indemnización superior a los 500 mdd, más intereses que podrían llegar hasta los 1,500 mdd.

Mientras son peras o manzanas, el asunto es que las advertencias del gobierno y del propio AMLO, a VMC, le han hecho lo que “el viento a Juárez”, porque siguen operando sin pudor y sin medida. La lección para muchos operadores portuarios que andan con el “Jesús en la boca”, está siendo más que explicita y eso que se trata de una empresa menor.  Ahora sí que ahí está la perla para Semar.