Dicen los enterados que Vanessa Serrano al mando de Grupo TMM, puso un “estate quieto” a varios de sus parientes y equipo de confianza (quizá de desconfianza), que querían seguir ordeñando a la empresa, cuyo estado es muy controvertido a nivel financiero y operativo, de cara a los pasivos que siguen siendo una muy pesada carga.
Se sabe que un grupo de directores apoyados por parientes, en donde hay hasta sobrinos de la propia empresaria, fueron quienes pusieron la queja ante la Comisión Bancaria y de Valores, y están atrás de un presunto litigio de nulidad sobre la Presidencia del Grupo que tomó Vanessa Serrano en días pasados.
También recuerdan que Flor de María Cañaveral Pedrero, quien fue nombrada Vicepresidenta en la reunión del Consejo de Administración, hace dos semanas, jugó un papel fundamental para reestructurar el liderazgo de la empresa y fue también una pieza estratégica en la purga de los 14 directores, de hace más de tres años, que eran los “mandamás” y quienes, por poco se acaban el pastel.
Así que las ejecutivas convertidas en el dúo dinámico, están enfocadas en un nuevo intento por sacar a flote al Grupo, cuyas actividades, por cierto, son cada vez más compactas, pero aun con una fuerte tarjeta de crédito disponible.
Y es que después de la venta de la empresa de remolcadores marítimos en el puerto de Manzanillo, el enfoque se centró en la agencia consignataria de buques, el fletamento de petroleros, almacenaje y transporte y un terreno a las orillas del rio Tuxpan, donde existe un proyecto de terminal desde hace décadas.
Sin embargo, en el camino hubo otras reducciones de activos como la pérdida del emblemático edificio de Periférico Sur, mientras se han realizado reestructuras dirigidas a adelgazar los compromisos financieros.
Otra de las bajas recientes, fue la concesión del puerto de Acapulco, que era la única API privada, después de que Semar se negara en 2021 a renovar los títulos, lo que propició que el puerto se derrumbara en actividades hasta en un 79%.
Con este panorama los mismos enterados coligen que un litigio abona muy poco a una empresa cuyo approach debería estar en la recuperación y no en las disputas, pues no hay mucho más.