CIUDAD DE MÉXICO.- Después de los consabidos discursos del ‘Día de la Marina’ mañana 1º de Junio, lo menos que está esperando el sector marítimo nacional son acciones, reglas claras, menor corrupción y el cumplimiento cabal de las leyes y los tratados marítimos internacionales, socavados por el sector civil que controló hasta este día la marina mercante.
| Pedro Alfonso / Opinión |
Para el sector privado es una oportunidad de mayor seguridad jurídica hacia el transporte de cabotaje, principalmente por la reserva de esta actividad a embarcaciones nacionales y por el fin de las politicas de simulación por parte de actores de la SCT de Gerardo Ruiz Esparza para permitir el ingreso de barcos extranjeros.
Se espera que también quede para la historia, la obvia falta de capacidad de inspección de embarcaciones y de recursos que tradicionalmente no permitirán operar a las Capitanías de Puerto, en el extremo hasta de papel bond, impresoras e inversión en procesos modernos.
La expectativa del sector empresarial es alta, por la necesidad de acabar con prácticas de laxitud que desde la Dirección de la Marina Mercante de la SCT, permitiieron inspecciones a modo a las embarcaciones extrajeras y el incumplimiento de los tratados de la OMI y de los códigos ISM y PBIP.
El caso de buques como “El Llanitos” que terminó abandonado en Manzanillo, ilustra la falta de capacidad de la autoridad para verificar las condiciones físico-mecánicas de unidades extrajeras, cuyo ingreso indiscriminado al país ha sido constante.
Otro ejemplo de cómo la permisividad a las flotas extrajeras ha representado un golpe a compañías nacionales, es Grupo TMM de José Serrano, que se vio obligado a poner fin a los servicios de carga en cabotaje en el Pacífico, frente al poder de embarcaciones extrajeras que han venido reclamando realizar tráficos entre puertos mexicanos.
La indiferencia de la autoridad ha olvidado así, cómo los países industrializados poseedores de las grandes flotas de carga, imponen altas tarifas a los barcos extranjeros para proteger las actividades de sus armadores nacionales.
Este caso se replica en las flotas de barcos de apoyo a la navegación para el ingreso de los buques de altura en los puertos, un negocio cada vez más rentable pero cuyas divisas van a engrosar las cuentas corporativas de otros países.
Esta misma situación ha llevado al paro del 50% de la flota nacional en el Golfo de México, por el ingreso excesivo de embarcaciones extrajeras a las actividades ‘off shore’ de apoyo a Pemex, por una parte y, por la otra, por la crisis de pagos de la misma petrolera.
Será también una oportunidad para esclarecer las actividades de navieras nacionales como el célebre y triste caso de Barcos Caribe, o Impulsora Marítima de Quintana Roo, creada a la sazón del gobierno del defenestrado Roberto Borge, a través de su familia, cuya procedencia de recursos debió haber verificado la autoridad marítima antes de otorgar los permisos y rutas de navegación.
Más allá de las leyes, los empresarios esperan una Política Pública que establezca incentivos al sector y precise los campos de actividad de los agentes económicos, pues no se trata únicamente de ver quién carga más cobrando menos, sino salvaguardar las áreas estratégicas del país.
La Secretaría de Marina Armada de México de Vidal Francisco Soberón Sanz, asume en el primer minuto de mañana, es decir a las 24:00 horas de hoy, el control total de las regulaciones al transporte marítimo, el despacho de embarcaciones y el mando de las aguas nacionales, que incluye las de los puertos, así como las facultades en materia de marina mercante.
Será ante el presidente Enrique Peña Nieto el evento protocolario y el lanzamiento de las consabidas coronas florales al mar, en el Puerto de LC, actualmente bajo la dirección del Almirante Jorge Luis Cruz Ballado.
Independientemente de las floridas coronas y de la euforia militar que asumirá que “el destino se ha cumplido” como en una gesta heroica, el sector estará expectante; saben que existirá una autoridad “bipolar” pero también la perspectiva de un futuro más prometedor.